7 de Abril: DIA DE LUCHA CONTRA EL ACOSO CALLEJERO


Se denomina acoso callejero a las formas naturalizadas de acciones o palabras no deseadas que muchas mujeres padecen a diario. Para la mayoría de los argentinos se puede encuadrar bajo la figura del piropo pero para los especialistas hace tiempo que hay una delgada línea roja entre el piropo y el acoso que es importante que la sociedad y sobre todo las mujeres conozcan esos límites y cómo defenderse.
El piropo está inscripto en una frase o palabra construida con sagacidad, picardía y hasta cierta inocencia. En cambio el acoso callejero es un tipo de interacción focalizada con contenido alusivo a la sexualidad, cuyo ejercicio implica diferentes prácticas como silbidos, comentarios sexualmente explícitos, miradas fijas, cierre del paso, autoerotismo en público,exhibicionismo, manoseo, seguimiento, sonidos, ofensas verbales que se dirigen a las mujeres.
Cristina Fridman, socióloga y profesora titular de la materia Sexualidad y Salud en la UAI explica: “A veces se trata de una delgada línea roja. Hay que discernir experiencias negativas y humillantes, intimidatorias y agresivas de meras aproximaciones de cortejo y coquetería; dependiendo del machismo como origen de comentarios contra las mujeres en los espacios públicos. Responde a una teoría general del poder en el género. Suele ser un componente invisible de las interacciones cotidianas, de breve duración, que se presenta disfrazado de piropos, alabanzas. elogios y halagos”.
Hay varias formas de acoso sexual callejero (acoso femenino, acoso homosexual a heterosexuales) con distintas representaciones en la vida de los /las ciudadanos/as. Algunos centros académicos proponen el estudio en profundidad para conocer realmente las experiencias subjetivas, utilizando entrevistas de larga duración con discursos que comprenden el uso de fotografías, diarios personales, que permita obtener de las personas los significados que les atribuyen a ciertos sucesos.
El estatus legal
Los acosos callejeros no están autorizado ni correspondidos en su actuación, generan un entorno social hostil, y tienen consecuencias negativas para quien los recibe, Muchas veces implica desequilibrio en las relaciones de poder y ocurre en diferentes medios. Es un problema social y no de patologías psicológicas individuales.
“Provoca temor, vergüenza, coraje e indignación. También puede provocar sensación de pérdida de control, disminución de autoestima, distorsión en la valoración de las experiencias de acoso, incremento en la inseguridad propia y desconfianza hacia hombres desconocidos en general. Puede llevar a cambiar formas de vestir, lugares donde transitan, hasta libertad para salir solas a la calle”, puntualiza la socióloga.
¿Cómo puede protegerse una mujer ante esta interferencia en su tranquilidad e intimidad?
Al respecto Fridman agrega: “Las investigaciones cualitativas ayudan a conocer las formas de pensar y actuar en contextos particulares. Hay observatorios virtuales que ayudan a divulgar información , compartir experiencias, intercambiar diálogos y debates, proponer agendas de trabajo en la sociedad civil, generar reportes diarios del status en las ciudades a fin de mapear la violencia contra la mujer en la vida pública y privada. Muchos países tienen legislación expresa que lo comprende, y no se conocen fehacientemente los resultados de su erradicación. Cuanto mayor empoderamiento de todo sujeto, menor posibilidad de ser transformado en objeto del otro”.
Fuente: Daniela Blanco de Infobae